A quién pueden interesar mis poemas, se pregunta con escepticismo una de las ensayistas más leídas y citadas en los últimos años. Y la pregunta revela por sí sola no solo la potencia de los mecanismos de autorización sino el papel mismo que parece destinarse habitualmente a la poesía: cosificada en extremo y reducida a menudo a experiencia artística despegada tanto de lo mundano como de la tierra que habitamos. A lo largo de su vida Silvia Federici ha volcado sobre la poesía fuegos sociales e inquietudes compartidas, apoyándose en ella para reflexionar de otra forma, girar la realidad y revelar la fuerza vital de lo que nos rodea. Llegada la gran pandemia de principios del XXI, esa misma poesía reaparecería en un diálogo a distancia con las acuarelas de Begonia Santa-Cecilia, que enraizaban y daban materialidad con sus pigmentos al cuidado de la vida. Este libro, elaborado en varias lenguas y con muchas manos, da cuenta de ello e intenta abrir de par en par todas las puertas que otorgan color a la existencia.