Tomo II. Ensayo y géneros afines
Además de su prestigio como extraordinario poeta, debe reconocerse a Eugenio Montejo como ensayista fundamental. Los asuntos que abordó fueron diversos, desde su concepción personal de la lírica hasta los avatares de las artes plásticas, pasando por la evocadora reflexión, siempre lúcida y minuciosa, acerca de escritores clásicos y contemporáneos. No faltan, tampoco, atisbos metafísicos en los que una sensibilidad forjada en la segunda mitad del siglo XX se enfrenta al advenimiento del nuevo milenio. «Ya no somos, pues, modernos, al menos en el sentido en que lo fueron Neruda, Bandeira, Eliot. ¿Qué somos », se pregunta en alguna ocasión. Su prosa tiene la clara impronta de Montaigne, visible en su acentuada subjetividad, así como en el cultivo del matiz y el tono dubitativo. Su pensamiento se caracteriza por el repudio a los telurismos superficiales; el abandono de los magisterios o las actitudes mesiánicas, tan frecuentes en las letras hispanoamericanas; el escepticismo ante las matrices discursivas de la Modernidad, en especial la noción de progreso aplicada a las artes. Esas tomas de distancia se aprecian tanto en sus dos libros de ensayos, La ventana oblicua y El taller blanco, como en las abundantes piezas que publicó en otros medios y que aquí, finalmente, se compilan. Desde 1999 Pre-Textos ha incluido en su catálogo varios títulos de Montejo. Ahora, de manera sistemática, recoge su poesía (vol. I), sus ensayos (vol. II) y su escritura heteronímica (vol. III). El acopio de trabajos dispersos hasta el momento, así como inéditos que el autor había dispuesto para su publicación, hacen de esta Obra completa un documento insustituible. Eugenio Montejo (Caracas, 1938-Valencia, Venezuela, 2008) es uno de los poetas venezolanos de mayor trascendencia del siglo XX. Se desempeñó como profesor universitario, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, director literario de Monte Ávila Editores y diplomático, siendo consejero cultural de la embajada de su país en Lisboa (1988-1994). Vivió algunas temporadas también en Francia, el Reino Unido y Argentina. En la ciudad de Valencia (Venezuela), cofundó las revistas Azar Rey, Poesía y Zona Tórrida. A partir de la década de los sesenta su labor como escritor empieza a difundirse y, a partir de los ochenta, a conocerse internacionalmente, con traducciones al inglés, el portugués, el italiano y el francés, entre otros idiomas. En su país recibió doctorados honoris causa de la Universidad de Carabobo y de la Universidad de los Andes, así como el Premio Nacional de Literatura, en 1998; en México, en 2004, el Premio de Poesía y Ensayo Octavio Paz.