La ! gura de Bernardo de Gálvez sirve muy bien para analizar el
 trato que suelen recibir en España sus hombres más ilustres.
 Se ha pasado de ignorar todos los aspectos de su vida a
 convertirlo en un héroe del Olimpo, capaz de los trabajos de
 Hércules. La memoria colectiva tiende a recordarlo en esas
 circunstancias de modo extremo, sin grandes matices.
 No debe ser así. Gálvez adquiere su justa talla cuando se estudia
 su vida con absoluta objetividad y eso es lo que se hace en esta
 ocasión: desde sus inicios en Nueva España, hasta su regreso al
 virreinato -donde fallecería a los 40 años-, sin olvidar su paso
 por Norteamérica y el apoyo incondicional que, desde su puesto
 de Gobernador de la Luisiana, dio a la independencia de los
 Estados Unidos. Muchos de los sucesos que aparecen en este
 libro no gustarán a sus seguidores más por! ados. Es más,
 pensarán que no son ciertos o son fruto de una trasnochada y
 velada crítica a esa España imperial que intentaba a duras penas
 resurgir de sus cenizas. No es cierto. Tras la lectura de sus hazañas
 debemos situar a Bernardo de Gálvez y a su familia en el lugar
 correcto, y dejar claro lo que fue: un notable militar y político
 que dedicó su vida a defender los intereses de su patria, España
 -a la que sirvió siempre de la mejor forma posible-, pero sin
 poder separar sus actos de su época y de su tiempo. Nada más y nada menos.