Juicio y muerte de un ciudadano
No cabe la menor duda de que Sócrates es una figura fundamental del pensamiento occidental. Su búsqueda de la verdad, su indagación, mediante el diálogo, sobre la moral, la honestidad, la justicia y el conocimiento del hombre dando por supuesto que el inicio es siempre una pregunta que incide en el no conocimiento lo convierten en un ser singular y, por supuesto, en un ser peligroso para cualquier tipo de hipocresía, ya sea individual, colectiva o incluso estatal y... democrática. Una joven democracia que no digería la independencia, agudeza y ética de un hombre íntegro, valiente, irónico, coherente y enfrentado por su actitud a las oscuridades de un sistema llamado democrático dispuesto a devorar a sus más valiosos hijos.
Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano presenta a Sócrates y su entorno en «el juicio y muerte». Y, parafraseando a Jan Kott, pretende, sin alterar ninguna circunstancia histórica, hablar de «Sócrates, nuestro contemporáneo». Porque entendemos que el teatro es siempre -Brecht en el horizonte- presente. Y en este caso, un puente no historicista entre el pasado y nuestra circunstancia.