Salvador Fuensanta es empleado del servicio de limpieza de un aeropuerto, pero está a punto de jubilarse. Lleva más de veinte años trabajando en un lugar tan impersonal, por el que circula tanta gente desconocida, que ha desarrollado una gran capacidad para modelar larealidad a su gusto, recreando historias y jugando a adivinar las vidas de los pasajeros anónimos que se cruzan sin destino conocido.Le voy a contar algo. ¿Tiene cinco minutos? Pues venga conmigo, sentémonos ahí mismo, que eso de estar todo el día de pie...